Me gustaría compartir con todos los docentes el texto que ha llegado a
mis manos sobre un ex-alumno de la escuela de Barbiana y actual
coordinador del nuevo modelo Pisa. Aportación constructiva de las
actuales polémicas sobre política educativa.
Con frecuencia me preguntan cómo hago para llevar la escuela y cómo
hago para tenerla llena. Insisten para que les escriba un método,
que les precise programas, las materias, la técnica didáctica.
Equivocan la pregunta . No deberían preocuparse de cómo hay que
hacer para dar escuela, sino sólo cómo hay que seer para poder
darla.
La
recomendación que nos da es: para ser buenos docentes hay que querer
mucho a los propios alumnos.
Preguntándose
constantemente qué podría ser lo mejor para sus chicos encontrar la
forma de enganchar hasta el último de la clase, reflexionando
continuamente sobre lo que enseñaba. Así fue como construyó la
escuela en cuanto a contenidos, métodos y objetivos.
Para
crear una buena escuela es suficiente con que los enseñantes adopten
un comportamiento de responsabilidad, que puede y debe pretenderse de
todos.
Por
ejemplo, sería un buen comienzo si abandonaran el papel de jueces y
comenzaran a considerar a los chicos, no como objetos industriales
que hay que seleccionar, sino como personas con el derecho a
adquirir un bagaje cultural mínimo, independientemente de la clase a
la que pertenezcan, del coeficiente intelectual, de sus defectos
psico-físicos. Habría que invertir el concepto: no es el muchacho
quien debe ser juzgado por sus capacidades de aprendizaje, sino la
escuela por su capacidad de hacer aprender.
Pero
la verdad es que muchos docentes ya están en este orden de ideas,
pero no logran actuar en consecuencia, porque la escuela esta
orientada por dirigentes políticos sentados en un escaño. Entonces
mientras la escuela se oriente como un tribunal, cuando los
principios sobre los que se funda son el mérito y la selección,
cuando las clases están abarrotadas, cuando no se garantizan las
clases de apoyo, cuando no hay siquiera dinero para fotocopias,
cuando las nociones son la base de los exámenes finales, hacer una
escuela distinta es de héroes.
Para
construir una nueva escuela hay que empezar por saber cual es su
finalidad: ¿Escuela para formar buenos técnicos y pésimos
ciudadanos al servicio de las empresas, o escuela para formar buenos
ciudadanos al servicio de la democracia? Esta pregunta seria el punto
de partida y respecto a ella yo no tengo dudas. La función de la
escuela es poner a todos en condiciones de ser ciudadanos soberanos.
Desde
aquí se comienza para realizar una escuela viva que mira al futuro,
una escuela que no se da por vencida has permitir que también el
muchacho con mayor dificultad posea el saber necesario para el
ejercicio de la libertad, una escuela de solidaridad. Una vez más la
cuestión es política. Hagamos una buena política y los
comportamientos individuales correctos vendrán por sí mismos.
Es
un deber de todos y de cada uno enseñar lo mejor posible. No se
puede dejar de realizar a nivel personal lo que queremos que se
realice a nivel del sistema.
Conclusión:
Solo uniendo coherencia y política en un matrimonio indisoluble es
posible obtener un cambio duradero al servicio de todos.
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